1000 Conciertos

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viernes, 8 de noviembre de 2013

#8 MAGNETIC FIELDS. 7 Mayo 2012, Teatro Rialto, Madrid

 


 
 
 
Tener a The Magnetic Fields en un teatro de tu ciudad haciendo un concierto acústico e intimista, es algo que no pasa todos los días; y es una oportunidad que sus fans no se pueden perder (su legión de seguidores crece y crece cada día). Además, la banda neoyorquina no es muy amiga de hacer giras, por lo que es difícil saber cuándo va a ser la siguiente oportunidad de verlos en directo –hacía cuatro años que no pisaban la capital–. Con estos antecedentes, no resulta nada extraño que el quinteto que dirige Stephin Merritt se fuese de Madrid con una gran ovación del público que abarrotaba el Teatro Rialto, y con la sensación para muchos de los que estaban allí de que fue una noche especial.


Abrieron la noche Hidrogenesse. Carlos Ballesteros y Genís Segarra son viejos amigos de los neoyorquinos – Astrud fueron los que abrieron el concierto de 2004 en Madrid–, así que, aunque su propuesta dista bastante de la de los campos magnéticos, no resultó extraño encontrarse con estos dos personajes encima del escenario.
Les tocaba presentar Un dígito binario dudoso. Recital para Alan Turing: un disco conceptual donde repasan la vida del matemático y filósofo ingles. La obsesión que tenía este hombre por las maquinas y su castración por ser homosexual, son los dos pilares en los que el dúo barcelonés se ha centrado para hacer este trabajo. Muy influenciados por Kraftwerk y por la electrónica más primitiva y fría, dieron un concierto de 35 minutos bastante entretenido –los comentarios de Genís entre canción y canción siguen siendo hilarantes–. Destacaron temas como Manchester y CAPTCHA Cha-Cha, pero fue una lástima que cerraran con un tema excesivamente largo (en el que repasaban la importancia de las computadoras en nuestra historia reciente). Entretenido sin más.
Un acordeón, un piano, una mandolina, un violonchelo y una guitarra fue lo único que necesitaron The Magnetic Fields para conseguir un respetuoso silencio durante la hora y media larga que duró su concierto. Totalmente compenetrados como banda –en muchos momentos, Merritt se queda en un segundo plano dando protagonismo al resto de los miembros–, emocionaron desde el primer hasta el último acorde, y eso que el repertorio no fue una maravilla. Se dejaron en el tintero una gran cantidad de buenos temas –da una rabia tremenda estar en un concierto de esta gente y no escuchar You And Me And The Moon o I Think A Need A New Heart–, pero también es cierto que con la extensa discografía que tienen es casi imposible contentar a todo el mundo. Además, esta gira es para presentar Love At The Bottom Of The Sea, así que cayeron unas cuantas de este último trabajo –muy bien Andrew In Drag y Quick!, las cuales Merritt bautizó como los dos vídeo-hits, o esa The Horrible Party en la que demostró lo bien que se le da el kazoo–.
Evidentemente, no se olvidaron de grandes canciones de su discografía, y ahí es donde estuvieron los mejores momentos del concierto. Temas como The Book Of Love, Come Back To San Francisco o Smoke And Mirrors nos dejaron el vello de punta a muchos, y ya solo por eso mereció la pena sufrir las incómodas sillas del Teatro Rialto. Por supuesto, no faltó una buena dosis de humor negro (desternillante la historia que contaron de que el programa de Oprah inspiró la canción My Husband's Pied-A-Terre), y algún que otro chiste fácil como cuando dijeron que era la primera vez que tocaban en Broadway.
Con un bis en el que tocaron la preciosa All My Little Words (el 69 Love Songs fue el disco que ganó por goleada) y Forever And Day, se despidieron del público madrileño. ¿Cuándo será la próxima vez que les veamos por aquí? Quién sabe. Los problemas de oído de Stephin Merritt siguen estando ahí –en alguna ocasión vimos como resguardaba su oreja derecha de las ovaciones del público–, así que la cosa no tiene muy buena pinta.

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