1000 Conciertos

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lunes, 11 de noviembre de 2013

#21 THE CURE. 22 Noviembre 1987, Pabellon de la Casilla, Bilbao

Lugar: Pabellón de la Casilla (Bilbao)
Fecha: 22 de noviembre.
Asistencia: 10.000 personas
Precio: 2.000 pesetas
Artistas Invitados: Ninguno
Músicos:


Robert Smith - (Líder) Voz, Guitarra,  Simon Gallup - Bajo, Porl Thompson - Guitarra, Teclados
 
Boris Williams - Batería, Laurence Tolhurst - Teclados






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Nunca había ido antes a ningún concierto. La imaginación de un joven estudiante de bachillerato da mucho de sí, pero lo cierto es que era mi primera vez. Y ya se sabe qué es lo que supone eso de estrenarse cuando eres adolescente. Nervios, incertidumbre, pero también un gusanillo de excitación por descubrir cosas nuevas.
Si hubiera viajado a Madrid en el verano de aquel mismo año para ver a U2, este texto trataría sobre el mítico concierto de los irlandeses en el Bernabeú (con teloneros del nivel de Big Audio Dynamite, Pretenders y UB40) pero el plan, desafortunadamente, no salió adelante. Así que tras este primer intento frustrado, el concierto histórico corresponde a mi estreno en un evento así.
The Cure. Bilbao, pabellón de la Casilla, domingo 22 de noviembre. 2000 pesetas. Esto ponía la entrada que aún conservo con cariño. Un precio elevado en aquel 1987 y todavía más para un estudiante como yo, pero que no frenó mis ganas por vivirlo en primera persona. No me importó soltar el dinero necesario porque ya empezaba a crecer mi curiosidad y afición por la música. Un virus del que me contagié en el colegio donde estudié. No existía entonces el emule pero en aquellas aulas ya existían redes P2P. No eran “peer to peer” sino “pupitre a pupitre”, y a través de ella se generaba un valiosísimo tráfico de intercambio discográfico.
Mi base musical se gestó entre aquellas paredes, junto a compañeros de los que aún recuerdo de qué pie cojeaba cada uno. Kike era de Police y de los Smiths; Borja y Pablo también eran de Morrissey y Johnny Marr, además de Jesus & Mary Chain entre otros muchos. Entre los gustos de Antón destacaban Bauhaus, Parálisis Permanente y Echo & The Bunnymen. Dylan era el preferido de Txetxu, y Nacho hablaba maravillas de REM. Litos era de los más eclécticos. Le podías ver con un disco de Gary Moore bajo el brazo y al día siguiente te pasaba el directo de Ultravox o el de Bob Marley, o el fabuloso debut de Terence Trent D’Arby. Simple Minds y John Cougar eran los preferidos de Javi. Talking Heads y B-52′s los de Nando. Juanlu estaba enganchado a INXS. A Ferni le ponían Vangelis o Pink Floyd, pero los que de verdad le pegaron fuerte fueron The Cure. Y finalmente, a mí me habían conquistado U2 con el Joshua Tree, y también los de Robert Smith con el Kiss me Kiss me Kiss me, el disco doble que motivaba la gira The Kissing Tour y con la que recalarían en Bilbao por primera vez. (Y la última de momento hasta que salgan al escenario del BBK Live en julio del 2012). La cita que habíamos marcado en rojo en el calendario alguno de los arriba mencionados y otros colegas más de curso. Una cita histórica, para Bilbao y para mí.
El día del concierto caía en domingo pero tenía sabor a sábado. Los bares abiertos y mucha gente por la calle, indicaban una escena diferente a la habitual en un día festivo. Quedamos todos en Pozas, conocida zona de ambiente fiestero cercana al lugar del concierto y un territorio para mayores que nos hacía sentirnos como tales. Y por eso de intentar parecerlo alguien del grupo propuso un ritual al que no estaba acostumbrado: beber las cañas de un trago. Por suerte no se alargó más de 3 o 4 rondas y emprendimos rumbo a La Casilla con el punto justo para que no se resintiera mi cuerpo.
Por Doctor Areilza subía hacia el vetusto pabellón de deportes una numerosa y variopinta procesión de seguidores del grupo, expectantes e ilusionados como yo sobre lo que nos podíamos encontrar allí. Había leído en la prensa que The Cure traía un novedoso sistema de sonido cuadrafónico, un término que nadie sabía muy bien qué significaba exactamente. Una vez dentro pude descubrir en qué consistía. Además de los altavoces habituales en el frontal del escenario, se colocaron unos cuantos más en la parte alta de las gradas derecha e izquierda, así como en el fondo. Sabiendo los avances tecnológicos que se han producido desde entonces, podemos entender qué es lo que querían conseguir con esta distribución: una recreación del sonido envolvente similar al utilizado por los home-cinema actuales. Como después reflejaron las crónicas de los periódicos, fue una pena que esta idea innovadora apenas lograra plasmarse, salvo en pequeños e insuficientes momentos de la noche. De este detalle me enteré después pero sucedieron más cosas que sí se me quedaron grabadas para siempre en la cabeza.
Si cierro los ojos, el primer recuerdo que me viene a la memoria, es el de estar esperando a que empiece el concierto rodeado de mis amigos colegiales. Y también calor. Mucho calor. Estábamos en pista y allí no sé cuántos grados tuvimos que soportar, pero la sudada fue de las grandes. Mi entrada guardada en uno de los bolsillos traseros de mi pantalón, llegó a casa como si hubiera pasado por la lavadora. La siguiente escena que tengo en mente también fue sofocante pero en otros términos. Si recordarlo ahora me causa sorpresa, a mi edad juvenil en aquel momento, la perplejidad fue aún mayor.
Delante de nosotros estaban dos chicas de nuestra misma quinta. Los que estábamos más cerca nos pusimos a hablar con ellas de una manera fortuita, como suele suceder en estos casos. Yo no creo que participara mucho por mi timidez con el sexo femenino en aquella época, pero me imagino feliz (y nervioso) de vivir esa novedosa situación de ligoteo. Nos contaron que venían de Bermeo y que les gustaba The Cure. La conversación no duró demasiado. Fue tan rápida como la toma de decisión de las dos bermeanas. Casi en sincronización, en un abrir y cerrar de ojos, las dos amigas estrecharon lazos y labios con los dos compañeros que tenía a mi lado. Inmediato y fulgurante. Me dio la sensación que lo mismo que habían sido unos, podíamos haber sido otros, pero la ruleta no se paró en mi número. ¿Y por qué no yo? Pregunta frustrante que me hice repetidamente y que no supe responder. ¿Así es cómo se liga? otra cuestión que tampoco podía resolver un novato como yo en estas lides. En cualquier caso, no resultar agraciado en el “sorteo” me sirvió para no perderme los detalles de mi primer concierto, al contrario que los afortunados en el ligue, que se esfumaron de nuestro lado hacia zonas más apartadas donde compartir su intimidad. En cualquier caso, no lo pasarían nada mal y encima con la música de The Cure como hilo musical.
La noche ya indicaba que estaría marcada por la sensualidad. El disco se titulaba Kiss me Kiss me Kiss me (Bésame, Bésame, Bésame), las parejas recién formadas se besaban y el concierto comenzaba con una pantalla descolgándose sobre el escenario donde se veía en primer plano los movimientos de la boca pintada del lider y alma máter de la banda británica, Robert Smith. Estas imágenes acompañadas de una intro musical, provocaron los primeros gritos de la noche, y momentos después, aumentarían en volúmen e intensidad cuando hicieron acto de presencia los integrantes del grupo. La antesala de lo que sucedería a partir del fin de la proyección, y de las primeras notas de The Kiss (El beso), la canción que abría su nuevo trabajo y que daría paso a un repertorio con división de opiniones, o eso fue al menos lo que percibió algún cronista al que leí al día siguiente.
Los temas que fueron cayendo a lo largo de la velada pertenecían principalmente a su último LP (también fue el primero que publicaron en CD), y al ser doble, apenas hubo hueco para los éxitos anteriores. A algunos seguidores puede que esto les dejara un sabor agridulce pero no supuso inconveniente para mí sino todo lo contrario. Apenas había oído su discografía, más allá del citado disco y de su recopilatorio de singles Standing On The Beach, eso fue básicamente lo que tocaron. El concierto duró casi 3 horas, con otros tantos bises adicionales por si acaso no habíamos tenido suficiente con lo anterior. De las recientes, celebré escuchar Just Like Heaven, Fight, How Beautiful You Are o Shiver And Shake, y de los clásicos guardo desde entonces una conexión especial con A Forest, Close To Me o Charlotte Sometimes.
Para la despedida final, reservaron Why Can’t I Be You?, el hit con el que habían alcanzado su mayor pico de popularidad. Suponía el mayor exponente de su lado más popero y comercial, conviviendo perfectamente con su vertiente oscura y siniestra que arrastraban desde sus inicios. Quizá la clave del éxito de la carrera de The Cure haya sido ofrecer precisamente esas dos caras en el mismo lote, aunque la segunda apenas quedara reflejada en el show. Los labios y el carmín de la última portada parecían incompatibles con las sombras de Seventeen Seconds, Faith o Pornography, su trilogía más atormentada. Vinilos a los que sacaría chispas para luego compartirlos en aquellas paredes con mis compañeros. Un mundo al que me adentraría con devoción, aunque no de forma inmediata. Hasta que desapareció el pitido en mis oídos que dejó aquella noche, la noche de los besos.

SET LIST

Intro:
Eyemou
The Kiss
Torture
All I Want
A Japanese Dream
Catch
Just Like Heaven
Hot Hot Hot
If Only Tonight We Could Sleep
Like Cockatoos
The Walk
In Between Days
How Beautiful You Are
The Perfect Girl
A Forest
Fight
Encore 1:
Close To Me
Let’s Go To Bed
Encore 2:
One More Time
Charlotte Sometimes
Shiver And Shake
Encore 3:
Three Imaginary Boys
Primary
Boys Don’t Cry
Why Can’t I Be You

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