1000 Conciertos

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lunes, 11 de noviembre de 2013

#24 RED HOT CHILI PEPPERS, 27 Enero 2003, Palacio Vista Alegre, Madrid

 

Para todos los públicos

Red Hot Chili Peppers

Anthony Kiedis (voz), Chad Smith (batería), Flea (bajo) y John Frusciante (guitarras). Palacio Vistalegre. 19 y 29 euros. Madrid, lunes 27 y martes 28 de enero.Cual nuevos U2, este cuarteto californiano se prepara para vivir los próximos años cómodamente instalado en el trono de herederos por derecho de la tradición del viejo rock and roll. La expectación levantada por su visita, el hecho de que las entradas de los dos conciertos estuvieran agotadas, la composición del público que abarrotaba el recinto, la facilidad de su último elepé para ser digerido por cualquier audiencia... Todo hace pensar que los Peppers inician el descenso de su cuesta creativa con la seguridad de que será lento y de que recaudarán en él toneladas de réditos a cambio del riesgo exhibido en los inicios de su carrera.

Con la ínfima dieta de rock en vivo que padecen los ciudadanos de la capital española, el ansia por ver a RHCP se palpaba entre un público que un rato antes de que el concierto comenzara ya había llenado hasta el último resquicio del recinto, de sonido innegablemente infame.

Recién pasadas las diez de la noche, el grupo aparecía en un escenario enorme, decorado con sobriedad e iluminado por unos curiosos focos de tres luces que parecían robots espaciales. Los cuatro componentes se veían insignificantes en medio de tanto espacio, pero pronto comenzaron a hacerse notar dando saltos en todas direcciones a los sones de By the way. Kiedis se mostró más bailón que nunca, mientras que al bajista Flea se le veía especialmente concentrado en la tarea de tañer sus cuatro cuerdas y el batería Chad Smith aporreaba feliz los medios tiempos de sus canciones a la batería.

Guitarra

Pronto se vio que la noche sería para John Frusciante, guitarrista que parece haber enterrado la maldición que pesaba sobre la guitarra en los Peppers y que hacía que ninguno de los que la tocaron se quedara fijo, ni condicionara el sonido del grupo. Haciendo olvidar que una vez fueron "banda de bajista", Frusciante guió con mano segura al grupo a través de un repertorio en el que brillaron viejos éxitos, como Californication, Give it away o la armoniosa Under the bridge.
Pero la banda hizo especial hincapié en las canciones de su último disco, By the way, que en vez de haber sido facturado por un equipo vivo de gentes que aman y viven el rock salvaje parece el producto prodigioso de un avispado departamento de mercadotecnia. Canciones como Universally speaking, Zephyr song o Can't stop evidenciaron que funcionan maravillosamente ante una audiencia que reacciona al arquetipo y que descarta sutilezas puristas o escrúpulos. Como en su día sucediera con los Rolling Stones o U2, Red Hot Chili Peppers han encontrado la fórmula de la supervivencia a través de los tiempos y parecen decididos a dosificarse durante décadas sin llegar a quemarse del todo, mientras ofrecen la dosis justa de rock para todos los públicos.

Red Hot Chili Peppers en Madird

Descaradamente, quien más disfruta hoy día en los Red Hot Chili Peppers es John Frusciante, guitarrista del combo. Dicen que Kiedis ya no es lo que era y que verle en un bolo con la química suficiente y la adrenalina necesaria es, francamente, lo mismo que ver al Papa haciendo break dance, algo muy raro.
Al guitarra la procesión le va por dentro; eso parece decir desde su discreto look (más aun comparado con el de sus compis, porque Flea estaba sencillamente gracioso con sus calzoncillos naranja fosforito a juego con la peluca y las deportivas), pero los estallidos guitarreros del menda hablan por todos, especialmente su implicación en las canciones, ya que, como ejecutantes, todos son la hostia.

No hace mucho se pasaron por el Circulo de Bellas Artes, los Red Hot digo, y verles frente a frente me había dejado el listón alto. Paparruchas, se lo curraron por su sitio durante dos días petados hasta el banderín. Varios precios, aunque creo que te quitaban, como mínimo, un papel morao de los de antes. ¿Teloneros? ¿Podían ser los Toiled Boys? Imposible averiguarlo: durante horas se hacen colas y, si te vas a la cerveza fuera del bar (dentro una lata de cerveza calentorra valía tres euros y medio, ¡toma morenoo!), pues sacrificas eso.

Volviendo al Frusciante y al papel morao… En uno de esos arranques que le dan a lo Kabezabolo (guita, voz y pa’lante mientras los demás lo contemplan) se marcó el “All the young dudes” de Bowie con equivocación incluida y reconocida. Luego se harían todos la revisión del “Fire” de Hendrix, ya mostrada en su versión de estudio hace un siglo. Acertadas luces y proyecciones al fondo del escenario (normal con lo que se llevan de caché) apoyaban en todo momento el repertorio.

Kiedis no andaba muy suelto con sus saltitos de siempre y su limitada tabla de acrobacias con el pie del micro. Cabría, si llegara el caso, preguntar al chiquillo por qué no usa inalámbrico. Por su lado derecho estaba Flea, que sacaba una vez la cara para, desde su voz de pitufillo, lanzar arengas con el castellano que refrescó la noche anterior. Me gustaron más que la otra vez que los vi en Las Ventas; en aquella ocasión tenían más mamoneo sobre las tablas (disfraces y lucecitas), pero musicalmente me tiraron menos.

Para el repertorio tiraron de “By the way” y de la caterva de hits que mantienen, invariables, siempre a punto y encerados para su numeroso y variopinto público. Yo estaba al Frusciante, que me contaron que el primer día la tuvo gorda con un roadie que le dio la guitarra equivocada en un tema y con uno de sonido que no le subió su monitor. ¡Al Frusciante!

En fin: que terminan su hora y cuarto de bolo con Flea y el guitarra haciendo una ensayada improvisación a la que les acompañó durante un buen rato el batera, parte durante la cual “Frus” sacaba jugo a su mueble de distorsiones, hipnótico y masivo. La peña decía que qué poco había durado y que ésa no era forma de terminar un concierto. Yo les respondía que la manera de terminar era acertadísima y que yo, como no había pagado…
 

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